Publicado

2018-10-12

De enero a julio del 2018, ex-pasante de ECHO, Kelly Wilson, estuvo en Guatemala trabajando como consultora agrícola con Wuqu' Kawoq/Alianza Maya Para la Salud en conjunto con el Equipo Regional para Latinoamérica y el Caribe de ECHO apoyando el diseño y planificación de un programa de investigación piloto de huertos familiares.  Este artículo es el primero de una serie de tres artículos en los que Kelly comparte reflexiones de esta experiencia.


"[Una cultura alimentaria] surge de un lugar, un suelo, un clima, una historia, un temperamento, un sentido colectivo de pertenencia". Esta cita del libro de Hopp y Kingsolver publicado en el 2007, y titulado “Animal, Vegetal, Milagro: Un Año de Vida Alimentaria” (Animal, Vegetable, Miracle: A Year of Food Life), tiene sentido al pensar en la rica cultura gastronómica de Guatemala basada en sus diversos paisajes y microclimas, así como en la historia viviente de las numerosas poblaciones mayas quienes dan color al país con sus tejidos, idiomas y comida. Durante el primer semestre del 2018, pude experimentar la cultura alimentaria de Guatemala no solo a través de la comida y al aprender sobre plantas y platos típicos importantes, sino también al participar en iniciativas para revalorizar y promover alimentos y plantas ancestrales.

A pesar de la importancia biológica y cultural que tienen la multitud de vegetales de hoja, cucurbitáceas, flores, legumbres y granos en la gastronomía de Guatemala, el país se caracteriza por altas tasas de desnutrición crónica, con una prevalencia del 46,5% de retraso del crecimiento en los niños menores de cinco años, las cuales alcanzan del 70 al 90% en poblaciones rurales mayas (Programa Mundial de Alimentos 2018). El problema de la desnutrición en Guatemala es complicado, influenciado por el colonialismo, la pobreza, la política comercial neoliberal, una industria de alimentos capitalista, una gobernanza deficiente, y los hábitos y patrones de comportamiento de la población. Estas influencias son ciertamente difíciles de cambiar, pero al buscar una solución, ¿qué pasaría si empezáramos con los tesoros que ofrece esta nación: la multitud de plantas ancestrales y las personas que saben cómo prepararlas?

Existe un movimiento de científicos, nutricionistas, trabajadores de cooperación internacional y agricultores que busca reconocer, revalorizar y promover los tesoros de la cultura alimentaria de Guatemala a favor de la salud y bienestar de los más vulnerables. En marzo del 2018, tuve el privilegio de asistir a eventos con este propósito, incluyendo una conferencia titulada, “Chaya en Guatemala: Consulta Participativa Sobre Necesidades, Desafíos y Oportunidades”, y un taller de procesamiento de chaya organizado por Bioversity International y la Universidad del Valle de Guatemala. También asistí a una reunión titulada “Revalorizando Plantas Nativas de Alto Valor Nutritivo Para Promover La Seguridad Alimentaria y la Comercialización” organizada por la Asociación Gremial Empresarial Rural (AGER) y la Red de Alimentos Ancestrales Nutricionalmente Mejorados (Red Wa), la cual avanzó el desarrollo del Centro de Información, Documentación y Divulgación (CIDD) para promover alimentos, productos y prácticas nutritivas con plantas ancestrales.

Los participantes compartieron sus experiencias en la promoción de cultivos nativos y ancestrales de Guatemala, así como también estrategias para guiar y organizar estas iniciativas. En la reunión de AGER, el Dr. Armando Cáceres de la Universidad de San Carlos (USAC) presentó el caso para usar la terminología de plantas ancestrales en lugar de plantas nativas. “Nativo” es cuestión de biología y centro de origen, mientras que “ancestral” es cuestión de significancia histórica y cultural. Para ilustrar este punto el Dr. Cáceres compartió una lista de cultivos y alimentos ancestrales mayas basada en décadas de investigación, y destacó la importancia de alimentos ancestrales, sea que estos sean o no sean nativos.

El Dr. Cáceres notó que las plantas nativas pueden ser biológicamente originarias de Guatemala, pero no necesariamente tener un valor histórico o cultural, mientras que las plantas ancestrales pueden que no se hayan originado en Guatemala, pero tienen una significancia social profunda.  Por ejemplo, el cacao (Theobroma cacao) es biológicamente nativo de la Amazonía, pero el chocolate fue desarrollado por los Mayas en Mesoamérica.  Otras plantas ancestrales, como el epazote (Dysphania ambrosioides), la pacaya (Chamaedorea tepejilote), y la chaya (Cnidoscolus aconitifolius) son nativas a la región. Puede que otras plantas nativas hayan tenido valor histórico o cultural en el pasado, pero perdieron su renombre indígena en la memoria de la población después de la colonización española.

Estas plantas y alimentos ancestrales son los que sostiene la historia y el sentido de pertenencia de un lugar y su población. Y así lo aseveró uno de los participantes en la reunión de AGER, “los alimentos tradicionales generan identidad”.  Afortunadamente, estos alimentos tradicionales también generan una buena salud y nutrición, por están llenos de vitaminas, minerales, proteínas y otros nutrientes esenciales para el desarrollo y el sustento del cuerpo.  Cuando estos alimentos son preparados de forma adecuada y celebrada culturalmente, pueden alcanzar su potencial para nutrir los cuerpos y almas de esta nación.

Varias amigas con talento en la cocina me han explicado pacientemente acerca de platos e ingredientes guatemaltecos, y he tenido el privilegio de degustar muchos de estos.  Comí pacaya (Chamaedorea tepejilote) frita con huevo, y acompañada con guacamole and salsa picante fresca hecha con siete tipos de chiles disponibles en el mercado. Degusté iwaxte de flor de pito (Erythrina berteroana), una salsa hecha con pepitoria (Cucurbita pepo) molida y acompañada con hierba mora (Solanum americanum). ¿Y qué puedo decir de la sopa y dulce de chilacayote (Curcubita ficifolia)?  ¡Deliciosos! Es así como Kingsolver nos recuerda, estas comidas vienen de “una afinidad entre la gente y la tierra que las alimenta” (Kingsolver, Kingsolver y Hopp 2007).

Chaya WorkshopHay un sinnúmero de plantas, con alto valor nutritivo y cultural, que son importantes para la seguridad y soberanía alimentaria de las poblaciones urbanas y rurales de Guatemala.  Los participantes de la reunión de AGER decían que estas plantas ancestrales son “tesoros despreciados”. El objetivo es volver a prestar atención a estas plantas y darles la importancia como los tesoros que son.  Aquí está una lista abreviada de vegetales de hoja populares (o que fueron populares en el pasado):

  • Chipilín (Crotalaria longirostrata)
  • Hierba mora (Solanum americanum)
  • Makuy (Solanum nigrescens)
  • Quilete o chomté (Lycianthes synanthera)
  • Hierba madre (Jaltomata procumbens)
  • Bledo (Amaranthus hybridus)
  • Chaya (Cnidoscolus aconitifolius)
  • Quixtán (Solanum wendlandii)
  • Colinabo (Brassica campestris)
  • Verdolaga (Portulaca oleracea)

Durante la conferencia de chaya, mientras se discutía los retos y oportunidades para la promoción y la revalorización de estas plantas, los participantes propusieron que haya un enfoque positivo en lugar de negativo.  Por ejemplo, en lugar de condenar a la industria de alimentos por producir alimentos chatarra como Tortrix, una marca popular de chips en Guatemala, debemos enfocarnos en celebrar las plantas y alimentos ancestrales. Kingsolver escribe, “las personas preservan sus costumbres alimentarias debido a sus aspectos positivos: el confort, la nutrición, sus aromas celestiales” (Kingsolver, Kingsolver y Hopp 2007). Guatemala tiene innumerables alimentos y plantas que valen la pena conservar por esta misma razón, y esto uno lo puede ver claramente cuando camina por las calles y huele las tortillas frescas, prueba los sabores del pepián (un plato nacional de Guatemala) y mira el violeta vibrante de las remolachas en escabeche.

Al final del taller de procesamiento de chaya, el cual se lo llevó a cabo en el departamento de Chiquimula, un líder comunitario pidió la palabra y expresó que las comunidades ya tienen ahí alrededor de sus casas lo que necesitan para alimentar a sus familias, pero lo que necesitan es conocimiento y capacitación.  Tienen recursos y fuentes de alimentos, pero necesitan saber cómo reconocerlos, apreciarlos, prepararlos, usarlos y consumirlos. A través del cultivo, preparación y el disfrutar de la comida, podemos celebrar y revalorizar la cultura alimentaria ancestral de Guatemala, afirmando y generando la identidad y al mismo tiempo nutriendo a los cuerpos para el bienestar de la población.


Para más información en este tema ver:

Bibliografía:

Kingsolver, Barbara, Camille Kingsolver y Steven L. Hopp. 2007. Animal, Vegetable, Miracle: A Year of Food Life. New York: Harper Perennial.

Programa Mundial de Alimentos. 2018. “WFP Guatemala Country Brief Operational Context.” http://www1.wfp.org/countries/guatemala.