Publicado: 17/7/2017


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Figura 8. Una familia trabajando junta en su parcela de maní. Fuente: Edward Nkwirize

Sara Delaney es Oficinal de Programa Sénior de Programas Internacionales de Episcopal Relief and Development. Ella leyó el artículo “Las mujeres y la agricultura” en EDN 134 y compartió algunas ideas sobre cómo promover la agricultura como una empresa familiar.

Realmente disfruté el artículo de EDN de enero sobre Las Mujeres y la Agricultura, y tuvo eco en mis experiencias. En particular, me gustó lo que Angela Boss agregó al final, sobre hacer trabajo agrícola como familia. Trabajar con toda la familia es algo que nosotros en Episcopal Relief & Development hemos estado tratando de hacer con más frecuencia al diseñar nuestros programas con pequeños productores. 

Es cierto que cada miembro de la familia por lo general tiene papeles designados en los campos, huertos, en el hogar, en el mercado. Estamos aprendiendo que trabajar con dichos papeles en lugar de en contra de ellos, o sin conocimiento de ellos, es realmente importante. Desde este punto de partida, podemos tener discusiones sobre cómo esos papeles podrían potencialmente modificarse.

En febrero participé en una actividad organizada por Lutheran World Relief (LWR), como parte de su iniciativa Aprendizaje para la Integración de Género (Learning for Gender Integration). Trabajé con un pequeño equipo para evaluar un proyecto que recientemente ellos habían finalizado en Uganda. El proyecto ‘Namubuka’ se ejecutó desde 2013 hasta 2016; utilizó un enfoque ‘La agricultura como una empresa familiar’ (FaaFb por sus siglas en inglés) para focalizar los temas de género en las comunidades, con el objetivo de mejorar la seguridad alimentaria y los ingresos familiares. La metodología FaaFb involucraba una serie intensiva de capacitaciones y conversaciones a lo largo del transcurso del proyecto. Juntos, esposos y esposas aprendían sobre los papeles de género en el hogar y los discutían; papeles en la agricultura; y conceptos generales de negocios incluyendo elaboración de presupuestos y mercadeo. 

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Figura 9. Una mujer en su bicicleta en camino al mercado, para vender un cultivo que antes su esposo habría vendido. Fuente: Fairuza Mutesi

Yo no vi esas sesiones de capacitación, pero sí vi los resultados. Para la evaluación, utilizamos una combinación singular PhotoVoice y Most Significant Change (dos metodologías que van allá de la encuesta tradicional; conozca más sobre ellas de los enlaces que se encuentran aquí), en un proceso de diez días. Los participantes compartieron, en sus propias palabras, lo que cambió para ellos como resultado del proyecto. Tanto los miembros del personal como los productores confirmaron que mucho había cambiado. Hombres y mujeres nos mostraron programas de actividades diarias que ellos habían registrado antes y después de las capacitaciones. Las diferencias eran impactantes.

La mayor diferencia era que, después de las capacitaciones y conversaciones FaaFb los hombres estaban trabajando mucho más con las mujeres, tanto en labores agrícolas como en las tareas de la casa (preparando la cena, acarreando agua, etc.). Todavía había actividades consideradas de 'hombres’ y de 'mujeres', pero había más cruces de actividades y los roles estaban basados más en las habilidades individuales y fortalezas individuales que solamente en la tradición.

La retroalimentación en general de los participantes del proyecto fue que las cosas habían mejorado tanto en términos de la producción agrícola como de la vida familiar. Cuando observamos algunos de los datos de la evaluación más amplia del proyecto pudimos confirmar que esto era cierto– por ejemplo, la producción de maíz de las mujeres aumentó en un 195% y su producción de frijoles en un 430%! Las mujeres aumentaron su ingreso total en un promedio de 125%.

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Figura 10. Esposo y esposa trabajando juntos para transportar su cosecha de yuca. Fuente: Janat Mutesi

Disfrutamos viendo las fotos que los productores tomaron de los cambios – desde las mujeres trabajando por primera vez con bueyes y arado, y hombres acarreando su propia agua para bañarse, hasta familias reunidas para planificar presupuestos. Ellos nunca pensaron que verían ocurrir algunas de estas cosas– ni yo.

Como expresó Angela, la comunicación y la toma conjunta de decisiones son clave. Algunos de los materiales del proyecto FaaFb contienen útiles guías de discusión que podrían ser buenos puntos de partida. Mi mayor ganancia es que ni hombres ni mujeres pueden considerarse aislados cuando se trata de producción familiar. Aún si toma más tiempo, trabajar con familias puede llevar a un mayor cambio positivo en el largo plazo.

El sitio para Learning for Gender Integration Initiative (LGI) de LWR enlwr.org/gender contiene enlaces para los informes de evaluación LGI, el libro de fotos y una guía facilitadora sobre cómo combinar metodologías PhotoVoice y Most Significant Change.

Otros recursos útiles incluyen Farming as a Family Business Training Manual (FaaFB) e información sobre Gender Action Learning for Sustainability at Scale (GAL).

Cita este artículo como:

ECHO Staff 2017. La agricultura como una empresa familiar. ECHO Notas de Desarrollo n.o 136