El agotamiento de los recursos naturales (como los combustibles fósiles), los impactos globales de la producción de energía en los sistemas naturales, los crecientes costos de la energía convencional (especialmente del petróleo), y la demanda de seguridad energética, están impulsando las inversiones en eficiencia energética, energía renovable y tecnología de energía limpia. La forma en que suministramos y utilizamos la energía no sólo afecta el ambiente biofísico, sino también la salud humana y el bienestar económico. De acuerdo al Escenario de Nuevas Políticas de las Perspectivas de la Energía en el Mundo del 2012, se prevé que la demanda global de energía crecerá más de un tercio hasta el año 2035, y que estará por encima del doble en unos 40 años (ver las gráficas siguientes)